Quitarse la capa de super mujer.

Todos hemos escuchado en alguna oportunidad a alguien decir «Ella es una super mujer», o quizás te han dicho directamente «eres una super mujer». En esas oportunidades que te dicen «super», tu ego se infla y se incrementa, has logrado ganarte el título que tanto esfuerzo y sacrificio te ha costado.

Es que ser «super» no es nada fácil, implica renunciar un poco a la humanidad propia, y regalar partes de tu alma y energía para dárselas a otros. Si te has ganado el título probablemente es porque haces maniobras con hijos, trabajo, hogar, familia, amigos, para hacerlos felices a todos y cumplir con todos ellos.

Cuando somos «Super» sin damos cuenta hemos perdido algo muy importante. La mujer que está detrás del traje. La verdad es que no somos Clark Kent y Superman, que podemos trabajar tranquilos en oficina, tener pareja y una vida normal, y solo en los incendios ser superman.. Ser super mujer implica un sacrificio 24/7. Y la verdadera pregunta que hay que plantearse es ¿Por qué de entrada anhelamos tanto el título?.

Definitivamente, el anhelado título se oculta bajo una necesidad de ser importantes, indispensables, complacer y hacer felices a todos. Sin importar si en el camino nos perdemos a nosotras mismas, y olvidamos los sueños y deseos de la mujer detrás de la capa. Poner las necesidades de otros por sobre las nuestras quizás nos hace «indispensables» por breves momentos, quizás lo suficiente para alimentar nuestros egos, pero ¿A qué precio?.

Si nos quitamos la capa de «super» y dejamos de tratar de cumplir y hacerlos felices a todos ¿Qué nos queda? Nos queda un ser humano, con el derecho de vivir, con derecho a tener metas y sueños, y con el derecho de plantearse una existencia en el que no todo dependa de ella. Porque la verdad es que cuando dejamos de hacer cosas por los demás nos damos cuenta de que son perfectamente capaces de vivir sin nosotras, y aunque eso de ser reemplazables quizás sea un poco difícil en un inicio, nos abre una oportunidad. De tener un poquito de vida propia.

Yo estoy renunciando a mi propio traje de super mujer, prefiero ser solo mujer. Una mortal que cada día aprende un poco más de la vida. Y aunque en el proceso, puede que sorprenda a unos cuantos a mi alrededor, que quizás se pregunten «a ésta qué le pasó?» pueda por ensayo y error descubrir mis propios gustos, nuevos sueños y metas y reencontrarme después de tanto tiempo perdida, encontrar mi valor no solo por lo que soy para los demás sino por lo que soy para mi misma. Básicamente, verme al espejo y ya no ser «super».

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